¿Por qué me duele la cabeza si bebí poco Cava?
“Sobre todo, que no sea cabezón…”: esta es la expresión más utilizada por las personas que compran nuestros cavas por primera vez. La preocupación no está exenta de justificación: incluso pequeñas cantidades de un vino o cava de baja calidad pueden generar un malestar que tarda muchas horas en remitir. En este artículo trataremos de desentrañar los causantes principales de tales efectos y ver qué podemos hacer para evitarlos.
Comencemos por definir un concepto un tanto difuso: la resaca. Ésta consiste en un conjunto de síntomas mentales y físicos después de haber consumido determinada cantidad de cierta bebida alcohólica (como veremos posteriormente, la cantidad necesaria depende de ciertos factores; no es necesario que hayamos ingerido una cantidad excesiva para sufrir tales efectos). Entre las manifestaciones físicas se encuentran: fatiga, dolor de cabeza, aumento de la sensibilidad a la luz y el sonido, irritación de los ojos, dolores musculares, aumento de la presión sanguínea sistólica, incremento de la frecuencia cardiaca y sed. Entre las inconveniencias mentales figuran: vértigo, mareo e irritabilidad. Típicamente, la resaca empieza varias horas después de haber cesado la ingesta de alcohol, cuando su concentración en la sangre empieza a reducirse. Las consecuencias alcanzan su máxima severidad en el momento en el cual dicha concentración pasa a ser cero y puede prolongarse durante unas 24 horas a partir de ese momento. Por lo tanto, sorprendentemente, la resaca está provocada por la desaparición del alcohol en la sangre.
Existen diferentes mecanismos que originan los malestares descritos anteriormente. En este sentido, es más que probable que sus efectos se sumen, por lo que no existe solo un motivo para toda la sintomatología. El primero de ellos es el hecho de que el alcohol es transformado por nuestro organismo en acetaldehído, el cual explicaría de forma sencilla la presencia de taquicardia, sudoraciones, náuseas y vómitos. Por otra parte, algunos estudios postulan que una cantidad importante de síntomas están ligados al efecto directo del etanol en nuestro cuerpo, fundamentalmente en lo que se refiere a su efecto diurético (que conduce a la deshidratación y, por lo tanto, a la sed), así como el dolor de cabeza, producido por la vasodilatación y la subida del nivel de ciertas sustancias como la serotonina, histamina… Estos dos causantes (el directo y el indirecto a través de acetaldehído) están totalmente acreditados y prácticamente no existe duda de lo que acabamos de exponer. Sin embargo, también está claro que es necesario haber tomado una alta cantidad de alcohol para sufrir tales efectos. Por lo tanto, necesitamos una explicación adicional.
Es aquí donde está el quid de la cuestión: muchos de los efectos de la resaca derivan de ciertas sustancias presentes en la bebida, conocidas como congéneres. Por ejemplo, ciertas bebidas como el vino, whisky, coñac o tequila, que contienen importantes proporciones de congéneres, generan síntomas mucho más ostensibles que otros cuya concentración es comparativamente más baja, tales como ron, vodka o ginebra. El principal congénere es el metanol, cuyos derivados (formaldehído y ácido fórmico) son mucho más tóxicos que el acetaldehído. Aunque existen otros congéneres, tales como alcoholes superiores, parece que el metanol, por sí solo, es una explicación muy plausible del dolor de cabeza incluso cuando no nos hemos excedido en el consumo de alcohol.
Hasta aquí la teoría. Excluyendo los casos donde la ingesta es excesiva, el cava en general no debería provocar ningún malestar en nuestro organismo, siempre y cuando el proceso productivo se haya llevado a cabo de forma cuidadosa. En particular, una las cuestiones especialmente importantes es el prensado de la uva, con el objeto de producir mosto que será posteriormente fermentado en vino para constituir la base del cava. En este caso, se utilizan habitualmente prensas de platos móviles o neumáticas, sin haberse estrujado las uvas previamente. De esta forma, el cava resultante proviene del mosto flor, con un nivel de metanol extremadamente bajo. Además, el hecho de no requerir ser macerados junto a la piel de la uva, como ocurre con los vinos tintos, también favorece la disminución de dicho tipo de alcohol. Desde Cavas Alsinac se respeta estrictamente este proceso, con lo cual podemos garantizar que nuestros cavas son saludables y nada cabezones.
Para realizar este artículo hemos empleado información de los siguientes enlaces:
http://www.mineralmed.com.pt/documentos/pdf/b2067e6f-4a87-4647-a32e-0593821831a3.pdf
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