El Cava en el Mundo de los Faraones
La antigua civilización egipcia, largamente admirada y estudiada en la actualidad, parece sin embrago una sociedad muy alejada de nuestro tiempo. Podemos tener la impresión que dos cuestiones “de primera necesidad” para nosotros como son el vino y la Navidad poco tengan que ver con un pueblo que floreció hace unos 5.000 años. Pues resulta que tanto la Navidad como el vino han sido elementos fundamentales en el Imperio Egipcio. La realidad es que tiempos tan lejanos han forjado de manera clara lo que somos, podrían correr ríos de tinta sobre ello; bueno, en realidad ya han corrido ríos de tinta… Aquí vamos a ser un poco más modestos y nos centraremos en los dos temas que hemos anunciado anteriormente.
La Navidad antes de la Navidad
Como bien sabemos, la Navidad es una forma cristianizada de celebrar una tradición ancestral: el solsticio de invierno. En el hemisferio norte, el sol alcanza en dicho momento su punto más bajo y el hombre, en su afán de venerar al astro rey- que a la postre es quien ha dado vida a la Tierra- ha honrado dicho acontecimientos desde tiempos inmemoriales. No podían ser menos los antiguos egipcios, que además fueron grandes impulsores de las matemáticas y la astronomía, entre muchos otras avances. Es por ello que celebraban precisamente cada 25 de diciembre el renacimiento del dios Sol, Ra en la mitología egipcia.
Un anticipo a la historia de Jesús
Dicho renacimiento se debe a que, justo los tres días anteriores a dicha fecha, el sol, en su punto más bajo en el cielo, se dejaba ver de forma muy tenue. Durante este periodo, las casas se solían decorar con hojas de palmera y ramas- no muy lejos de nuestros tradicionales árboles de Navidad, por cierto. La historia no se limita a estos días finales del mes de diciembre, sino que se inicia 28 días antes (es decir, un ciclo lunar). Según relata Plutarco, en un día tal, Seth (que es símbolo de la sequía que intenta usurpar la humedad a los “discípulos” del Nilo) asesina a Osiris (dios de la agricultura, entre otras cosas) en una traición que mucho recuerda a la Última Cena. Es justo en ese momento cuando empiezan las cuatro semanas de Adviento del cristianismo (“Para prepararse dignos de celebrar el aniversario de la venida del Señor al mundo como el Dios de amor encarnado”) El ciclo se cierra con la Epifanía- el Día de Reyes- 40 días después del inicio del Adviento, fecha en la que los egipcios finalizaban un periodo de ayuno y privación. En esta historia confluyen tanto las tradiciones navideñas como las propias de la Semana Santa en el calendario cristiano. Hemos sido muy sucintos aquí a la hora de establecer el paralelismo, más detalles se pueden encontrar en la bibliografía (listada más abajo en este escrito).
El preciado influjo del Nilo en la enología
Con el vino y el cava, que no faltan en la mesa de nuestras celebraciones y menos en la Navidad, la historia nos explica que también estamos en deuda con el Antiguo Egipto. Bien es cierto que su origen es de Asia Menor, el vino llegó a Egipto a través del comercio y experimentó ahí importantes avances tecnológicos. Entre ellos, destaca la estandarización del ánfora para su conservación; aun existiendo diferentes recipientes para tal propósito en diversos pueblos, en Egipto se estableció las dimensiones y forma que conocemos (en nuestra tierra existe abundancia de ellas, provenientes del periodo romano), sirviendo así para el comercio de vino en el Mediterráneo durante muchísimos siglos.
El origen de la Denominación de Origen
Por otro lado, debido al enorme aprecio del vino por parte de esta civilización (al cual le atribuían poderes celestiales debido a su efecto embriagador y al hecho de que muy probablemente desconocían el mecanismo por el que se produce la fermentación), se podría decir que fueron ellos quienes inventaron la primera etiqueta. El hecho es que dentro de importantes cámaras mortuorias se ha encontrado ánforas con inscripciones donde se detalla el origen, el año e incluso el productor en algún caso. Esto se debe a la necesidad de clasificar los diferentes vinos (el más extendido era el tinto), pues el mercado de tal producto en aquella época era muy floreciente, el más basto del mundo en aquel momento. Curiosamente, los egipcios eran conocedores de la efervescencia del vino en una segunda fermentación. Desgraciadamente para ellos, esto era considerado un defecto, por lo cual hemos tenido que esperar varios milenios para poder disfrutar de una buena copa de cava.
El Cava, un hijo del Mediterráneo
Unos versos de la conspicua canción de Serrat no lo podían haber definido mejor “…Yo /que en la piel tengo el sabor/ amargo del llanto eterno/ que han vertido en ti cien pueblos/ de Algeciras a Estambul…” Para lo bueno y lo malo, somos hijos del Mediterráneo. Aquí se acuñaron muchas de las tradiciones que ahora son universales. Así que cuando tomamos una centelleante copa de cava en Nochebuena, estamos reviviendo la historia y perpetuando nuestros orígenes.
Para realizar este artículo hemos empleado información de los siguientes enlaces y bibliografía:
– «Ancient Origins of the Christmas Tree», 1/12/2020, ImagingHistory.
– «History of the Champagne Vineyard and appellation», Comité Champagne.
– «5 Tales of Wine History from the age of the Exodus», 14/4/2014, Joshua Malin.
– «The first Wine Label was invented in Egypt», 14/3/2016, Adam Teeter.
– «Egyptian Wine», Wikipedia.
Los siguientes post de nuestro blog tratan una temática afín a este artículo:
– Cava y Navidad: El Legado de los Fenicios.
– El Brindis con Cava: Un Instante Mágico.
– El Pacífico Imperio de las Burbujas
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